El Día de la Escarapela Nacional arrancó con la Resolución del 13 de mayo de 1935 del Consejo Nacional de Educación que lo estatuyó el 20 de mayo, recogiendo la iniciativa de los profesores Benito Favre y Antonio Ardissono, directivos de la Escuela N° 11 de Buenos Aires. Posteriormente, una resolución del año 1941 del mismo organismo trasladó la efeméride al 18 de mayo, en tanto que otra del año 1951 la movió al 19 de mayo y una más del año 1960 repuso el 18 de mayo, en todos los casos sin demasiados fundamentos.
La fecha elegida alude a que ese día de 1810, las damas que entrevistaron a Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, lucieron unos ornamentos blancos y celestes en la ocasión, aunque no existe registro histórico de dicho evento. El propio Saavedra no lo menciona en su “Memoria autógrafa”; aunque es posible que, si efectivamente ocurrió, haya sido en casa de Nicolás Rodríguez Peña, donde, según Saavedra, “hubo una gran reunión de americanos que clamaban que se removiese del mando al virrey y crease un nuevo gobierno”. Al referirse a los sucesos del día 22 de mayo de 1810, afirma que “la plaza de la Victoria estaba toda llena de gente y se adornaban ya con la divisa en el sombrero de una cinta azul y otra blanca".
Tampoco está corroborado que fueran de esos colores los cintillos que repartieron los “chisperos” de French y Beruti en la Plaza Mayor, según señaló Bartolomé Mitre en su crónica: aunque con el paso del tiempo los usos y costumbres avalaron ese ritual, hay distintas versiones al respecto. Juan Manuel Beruti, hermano de Antonio y testigo directo de esas jornadas, afirma en sus “Memorias curiosas” que los patriotas se reconocían en la plaza con “una cinta blanca” y “una escarapela encarnada en el sombrero”. Incluso, hay quienes sostienen que los colores blanco y celeste fueron adoptados durante las invasiones inglesas por los integrantes del Regimiento de Patricios. Sin embargo, nada de todo lo anterior cuenta con respaldo documental.
Lo que sí está acreditado es que el Primer Triunvirato aprobó el uso de la escarapela el 18 de febrero de 1812. Fue a solicitud de Manuel Belgrano, quien se hallaba en la Villa del Rosario instalando las baterías Libertad e Independencia a orillas del Paraná. Belgrano, pronto a marchar al Alto Perú, creía necesario usar un distintivo de la fuerza propia diferente al del enemigo. Un motivo "militar", pero claramente político en un momento crucial en el que predominaba la ambigüedad: se estaba en guerra con los realistas, pero todo seguía haciéndose en nombre del rey de España, tanto que en el fuerte de Buenos Aires —sede de las autoridades— seguía flameando el pabellón real.
El Triunvirato accedió al pedido, autorizando a Belgrano a usar una escarapela blanca y azul celeste: “El gobierno ha resuelto que se reconozca y se use por las tropas la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que deberá componerse de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida desde esta fecha la roja que antiguamente se distinguía”. En 1813, la escarapela fue aprobada como símbolo patrio por la Asamblea General de ese año, que además oficializó el Escudo y el Himno Nacional.
Probablemente, aunque no se cita en los documentos oficiales, esos colores no fueron elegidos al azar: eran los mismos del manto y túnica de la Inmaculada Concepción, patrona de la Casa de Borbón, que los monarcas adoptaron como propios. De ese modo se seguía el libreto de la estrategia dada en llamar “la máscara de Fernando VII”, un ardid que los sucesivos gobiernos estiraron hasta 1816, cuando ya no había margen para seguir haciéndolo.
Más allá de las cavilaciones e, incluso, controversias que puede suscitar el asunto, lo único fehaciente es que la escarapela fue creada por el Primer Triunvirato por pedido expreso de Manuel Belgrano, quien no tenía dudas ni vacilaciones acerca del propósito independentista de la hora. En razón de ello, quizás la fecha elegida para esta efeméride debió haber sido el 18 de febrero en lugar del 18 de mayo. Curiosamente, la escarapela corrió la misma suerte que la bandera, cuyo día debiera ser el 27 de febrero, cuando fue enarbolada por primera vez, y sin embargo se estableció como tal el 30 de junio.
De todos modos, vale la pena lucirla con orgullo y sin complejos como lo que es: un genuino símbolo de argentinidad.
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